Por: Verónica Téllez Oliveros
La Universidad Pedagógica Nacional abre el Centro Tiflotecnológico para personas con limitación visual.
El ruido de los carros, los puntos cardinales, los olores de las calles, la vibración del bus y los giros que hace en su ruta, son detalles que Carlos David Ceballos siempre tiene presentes cada vez que sale de su casa en La Calera y toma el colectivo para ir a la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) en Bogotá. Aunque a veces siente ganas de dormir, sabe que se debe resistir a esta típica conducta en el transporte público, porque puede perder el punto de referencia y quedar extraviado en una ciudad que, como muchas otras, no tiene las condiciones adecuadas para el desarrollo de las personas ciegas como él.
Carlos es uno de los más de 64.700 habitantes con limitación visual en Bogotá, según datos del Instituto Nacional para Ciegos (INCI). A sus 27 años está terminando una Licenciatura en Español e Inglés y trabaja en el Centro de Orientación y Acompañamiento a Estudiantes de la UPN. “Yo vengo a la universidad con una limitación, pero me siento como una persona vidente porque me han integrado”. En los 90, cuando Carlos hizo su primaria, los procesos de inclusión de niños y jóvenes ciegos en instituciones educativas eran más complicados que ahora, pues era usual que ni siquiera fueran aceptados en muchos de ellos o que no tuvieran las herramientas necesarias para atender a esta población. Aunque ahora las condiciones no son las ideales, sí hay mejores alternativas para el desarrollo social y cultural de las personas ciegas. En esto tienen que ver entidades como el INCI, o el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC), que se encargan de generar estrategias para la inserción activa en la sociedad de las personas con discapacidad visual. Por medio de estos organismos, Carlos accedió a cursos de equitación y natación que le permitieron fortalecer habilidades de orientación y movilidad para poder trasladarse sólo en la ciudad.
Pero quizás una de las principales dificultades que enfrentan los invidentes en Bogotá, más allá de los recursos o herramientas para su desarrollo, es “que falta mucho conocimiento de las demás personas, porque en realidad la inclusión no se da”, asegura Verónica Gómez, estudiante invidente de la UPN y campeona nacional de natación, pues es usual que las personas videntes los excluyan de ciertas lugares, como las mismas aulas de clase, al considerarlos incapaces.
La tecnología también ha sido fundamental para que Carlos y Verónica hayan logrado adaptarse a las condiciones del mundo vidente. Hoy la Universidad Pedagógica Nacional inaugura el único Centro Tiflotecnológico (referente a las tecnologías de la información y la comunicación diseñadas para personas con discapacidad visual) con acompañamiento pedagógico en la capital. De esta manera, 38 estudiantes de la institución contarán con nuevas herramientas tecnológicas para su desempeño académico. Carlos fue uno de los estudiantes encargados de liderar la solicitud que hicieron ante las directivas de la UPN para adecuar este centro. El pasado mes de febrero empezó a funcionar este lugar, que de acuerdo con Ceballos, “ha facilitado el estudio, la entrega de trabajos escritos y el acceso a redes sociales e internet. Ya no nos sentimos atrasados”.
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jueves, 27 de octubre de 2011
lunes, 29 de agosto de 2011
En operación Centro Crecer para niños y niñas en condición de discapacidad de Fontibón
Con una inversión de $2.500 millones de pesos, la Secretaría de Integración Social y la Alcaldía Local de Fontibón ponen en operación la sede propia del Centro Crecer de Fontibón, que atiende actualmente a 62 niños, niñas y adolescentes en condición de discapacidad.
Con esta sede, que cuenta con todos los estándares de infraestructura y de calidad requeridos para esta población y con 19 profesionales especializados en la atención, se podrá ampliar la cobertura a 100 cupos.
La inversión del Centro fue asumida por la Alcaldía Local de Fontibón y la Secretaría de Integración Social, por su parte, aportará el talento humano y la puesta en funcionamiento.
Los Centros Crecer de la Secretaría de Integración Social ofrecen servicios integrales a esta población entre los 6 y los 18 años con discapacidad cognitiva moderada, grave y autismo de estratos 1 y 2.
En la actualidad, la ciudad cuenta con 17 centros distribuidos en las diferentes localidades, donde profesionales capacitados en diferentes áreas brindan atención integral a esta población.
A junio de 2011, se han atendido 1.418 niños, niñas y adolescentes con discapacidad, con una inversión en la Bogotá Positiva de $297.358 millones de pesos.
miércoles, 27 de julio de 2011
LA DISCAPACIDAD COGNITIVA, UNA REALIDAD QUE NO ACEPTA EXCLUSIÓN Diego Fernando, un ejemplo de superación
La llegada de otro tiempo de frío o sol intenso y el tic tac de su reloj mañanero, son la mejor noticia para Diego. Con el día nuevo, terminan la ansiedad y los desvelos. Deja sus mantas y se alista para cumplir la cita más importante de su vida. La disciplina de todos los días, es la muestra de vitalidad y energía que acompaña su labor.
Como todos, Diego también es dueño de su propia historia. Nació en Cali y desde muy temprana edad sufrió de la soledad, la ausencia de atención, de juegos infantiles, de consentimiento familiar. La causa, su condición. El diagnostico, discapacidad cognitiva. De Cali a Bogotá, de Bogotá a Cali sin hogar, sin espacio propio, sin amigos y a veces hasta sin mamá y sin papá, han sido los fantasmas que ha tenido que derrotar.
Su exclusión social lo condenaba a una vida de infelicidad, hasta que el portón de los sueños se abrió y llegó la gran noticia…la decisión de su hermana Sonia de hacerse cargo de él, de guiarlo, de brindarle un hogar.
“…Dieguito siempre demostró su discapacidad. Yo lo note desde un comienzo sobre todo cuando se demoró para empezar a caminar, hablar, o para estudiar. Que me acuerde, el problema se hizo más notable después de que, siendo muy pequeño, lo atropello una moto en Cali, tenía entre ocho y nueve años cuando ocurrió el accidente. Fue brutal!!
Él es una de las 60 personas que la Secretaria Distrital de Integración Social ha logrado incluir a través de sus operadores externos en actividades laborales. El trabajo de fortalecimiento integral, ha permitido la apertura de espacios de vinculación para personas adultas en condición de vulnerabilidad. Actualmente Diego es vendedor, logístico, su oficio preferido, y bodeguero en un café exclusivo del norte de Bogotá.
Luego de una sobresaliente formación, Diego se atrevió a exponer su nombre y condición, se sometió a concursos, pruebas, hasta que ganó. Desde entonces, este luchador de la vida demuestra que su trabajo en el cafè no es un accidente; es un acto de fe, de confianza y de ganas de crecer.
Llegar antes de las 9 am para atender la tienda, es su prioridad. Como todos los días, Diego esperará el saludo de los visitantes y el reconocimiento por su desempeño. Sale, se despide y abandona su residencia, una hora después, yace en su segundo hogar, enfrentando clientes, muchos de ellos ya conocidos pero no por eso, menos exigentes. Sus compañeros lo reciben con simpatía, mientras su jefe lo anima, Vamos Diego, hoy tenemos que ser los mejores…!!
Sus actos no denotan discapacidad. Corre, se estresa, nunca para de trabajar. Ahora, la vida de este hincha del equipo rojo de Cali, es otra. Ya no es una carga en su hogar donde cumple tareas obligatorias como lavar los platos o barrer. Nadie lo supervisa. Hoy es un soporte y apoyo económico para las otras tres personas y dos canes, con quienes comparte habitación.
Su hermana Sonia, la redentora que le tendió la mano, no oculta su admiración. Cuenta que de Diego le encanta su independencia, demostrar que podía emplearse, el empuje y la verraquera. También se lo goza, lo aconseja y le celebra cuando en medio de su inocencia, le escucha decir por alguna programada reunión, “Sonia, esta noche no me esperen en la casa”.
Ida la tarde, Diego volverá a su techo, descansará en su lecho, estará en su hogar. Pero al día siguiente despertará con la esperanza viva de luchar, convertirse en el mejor barista colombiano, trabajar en un Juan Valdez de otro país y demostrar que su discapacidad cognitiva no acepta discriminación. Por el contrario, ser testimonio de grandeza y valor. “Con decirle que la evolución de Diego es tanta, que antes era un niño mío, ahora, es el hombre de la casa” concluye Sonia con satisfacción.
Como todos, Diego también es dueño de su propia historia. Nació en Cali y desde muy temprana edad sufrió de la soledad, la ausencia de atención, de juegos infantiles, de consentimiento familiar. La causa, su condición. El diagnostico, discapacidad cognitiva. De Cali a Bogotá, de Bogotá a Cali sin hogar, sin espacio propio, sin amigos y a veces hasta sin mamá y sin papá, han sido los fantasmas que ha tenido que derrotar.
Su exclusión social lo condenaba a una vida de infelicidad, hasta que el portón de los sueños se abrió y llegó la gran noticia…la decisión de su hermana Sonia de hacerse cargo de él, de guiarlo, de brindarle un hogar.
“…Dieguito siempre demostró su discapacidad. Yo lo note desde un comienzo sobre todo cuando se demoró para empezar a caminar, hablar, o para estudiar. Que me acuerde, el problema se hizo más notable después de que, siendo muy pequeño, lo atropello una moto en Cali, tenía entre ocho y nueve años cuando ocurrió el accidente. Fue brutal!!
Él es una de las 60 personas que la Secretaria Distrital de Integración Social ha logrado incluir a través de sus operadores externos en actividades laborales. El trabajo de fortalecimiento integral, ha permitido la apertura de espacios de vinculación para personas adultas en condición de vulnerabilidad. Actualmente Diego es vendedor, logístico, su oficio preferido, y bodeguero en un café exclusivo del norte de Bogotá.
Luego de una sobresaliente formación, Diego se atrevió a exponer su nombre y condición, se sometió a concursos, pruebas, hasta que ganó. Desde entonces, este luchador de la vida demuestra que su trabajo en el cafè no es un accidente; es un acto de fe, de confianza y de ganas de crecer.
Llegar antes de las 9 am para atender la tienda, es su prioridad. Como todos los días, Diego esperará el saludo de los visitantes y el reconocimiento por su desempeño. Sale, se despide y abandona su residencia, una hora después, yace en su segundo hogar, enfrentando clientes, muchos de ellos ya conocidos pero no por eso, menos exigentes. Sus compañeros lo reciben con simpatía, mientras su jefe lo anima, Vamos Diego, hoy tenemos que ser los mejores…!!
Sus actos no denotan discapacidad. Corre, se estresa, nunca para de trabajar. Ahora, la vida de este hincha del equipo rojo de Cali, es otra. Ya no es una carga en su hogar donde cumple tareas obligatorias como lavar los platos o barrer. Nadie lo supervisa. Hoy es un soporte y apoyo económico para las otras tres personas y dos canes, con quienes comparte habitación.
Su hermana Sonia, la redentora que le tendió la mano, no oculta su admiración. Cuenta que de Diego le encanta su independencia, demostrar que podía emplearse, el empuje y la verraquera. También se lo goza, lo aconseja y le celebra cuando en medio de su inocencia, le escucha decir por alguna programada reunión, “Sonia, esta noche no me esperen en la casa”.
Ida la tarde, Diego volverá a su techo, descansará en su lecho, estará en su hogar. Pero al día siguiente despertará con la esperanza viva de luchar, convertirse en el mejor barista colombiano, trabajar en un Juan Valdez de otro país y demostrar que su discapacidad cognitiva no acepta discriminación. Por el contrario, ser testimonio de grandeza y valor. “Con decirle que la evolución de Diego es tanta, que antes era un niño mío, ahora, es el hombre de la casa” concluye Sonia con satisfacción.
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